esqueleto bailarín

Qué ha sido del árbol, que tan solo ayer gozaba de tan hermosas flores, belleza y altura, algo a lo que la gente llama todo. Qué le pasó que ahora, azotado por el crudo paso del tiempo, ya no tiene flores... sólo le queda el alma, ese alma que no podía crecer, pues la superficie cegaba cualquier entrada de luz... un alma desnutrido. Un alma que fue destapado por un manto gordo y caliente, pero débil y efímero.
Sobre la colina, en el punto más alto y visible, baila una solitaria silueta. Ante el valle invernal un anciano esqueleto torturado por la resaca eterna del pasado baila un vals en dúo con el viento que un día hizo ondear su espesa capa de inestabilidad.